30.7.06

Refutación del tiempo
Supongo que desde muy chico me habría hecho cierta fama, porque alguien -no recuerdo quién- me regaló para mi octavo cumpleaños un montón de libros. Ese tesoro incluía novelas de Salgari, de Verne, de Mark Twain y hasta una edición para chicos del Quijote, que descarté rápidamente porque yo ya había leído la versión “para grandes” (!).
Una de esas tardes mi abuela me llevó a la plaza un rato después de almorzar. Yo fui con la bici y, naturalmente, con un par de mis nuevos libros. En cuanto llegamos, dejé la bicicleta a un lado y me tiré en el pasto a leer. Creo que tomé uno de los libros de Salgari: entre navegaciones peligrosas, abordajes violentos, dioses hindúes y tigres sanguinarios el tiempo fue pasando y yo seguía tirado panza abajo en el pasto, ajeno a los calambres, a las hormigas que se me metían por el cuello de la remera y al viento frío de la tarde.
Hasta que mi abuela me tocó el hombro para decirme que era hora de volver. Levanté la vista y noté incrédulo que el sol se estaba ocultando. Perplejo, pensé que en el tiempo había un error: para mí, hacía sólo cinco minutos que había comenzado a leer. No entendía que habían pasado más de cuatro horas y que ya estaba llegando al final de la novela.
Entonces empecé a pensar que los libros tienen el don de falsear el tiempo, que entre sus hojas las horas corren con un ritmo propio, que la tiranía de los relojes está excluida de sus páginas. Por entonces no había leído a Nabokov, no sabía quién era Tolstoi ni había escuchado hablar de Proust. Pero acababa de descubrir que un libro era, sobre todas las cosas, un objeto mágico. Ese asombro me dura hasta hoy.

19 Comments:

Blogger Mantis said...

Salgari era mágico...

Pero guarda, hay muchos otros que dicen ser magos pero son tan sólo ilusionistas. No creo que todos los libros sean mágicos.

Este comment está dedicado al tigre Dharma, a la madre de Garrone, al Portuga, al inquilino de la casa de Asterión, a la Anaconda y al resto de los personajes que se murieron mientras yo los leía, sin pedirme permiso y haciendo caso omiso al hecho de que yo me hubiese encariñado con ellos.

8:47 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

A mí también me pasó. Muchos años después y con Cortázar.
Aguanten los libros mágicos.

8:58 a. m.  
Blogger Naty said...

yo descubrí esa misma cualidad mágica, a los 9 con un libro de Vasconcelos llamado El palacio Japonés. A su vez les asigno la capacidad (y como dice Mantis, no a todos) de hacerme llorar en un día feliz, reir en un día triste, o simplemente: repetir como conjuros algunas de sus frases en momentos, en que decir cualquier otra cosa por el estilo, antes que insipiración, es plagio!

Besos fresquísimos!

9:24 a. m.  
Blogger Magic said...

Me inicié con "Maleficio", de Stephen King. Un poco fuerte para ser un comienzo...no?

12:56 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Mantis: Ahora que nombrás a Anaconda, recuerdo también a Horacio Quiroga. Otro infaltable.
Natu: Siiiií, Cortázar viene con la adolescencia.
Naty: ¿Qué Vasconcelos es ése? ¿El mexicano que escribió el "Ulises criollo"?.
Magic: ¿A qué edad leías a Stephen King? ¿Y después pedías que te dejen la luz del cuarto prendida?
Pau: Mi prima leía Mujercitas, me hiciste acordar. Qué tiempos aquellos. Beso.

3:29 p. m.  
Blogger Magic said...

Fue entre los 13 y los 14, creo, este libro. Mi primera lectura con todas las letras.
Antes de eso, recuerdo los libritos de aventuras que tienen varios finales disponibles, para elegir. Eran divertidos...

4:54 p. m.  
Blogger Naty said...

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5:02 p. m.  
Blogger Naty said...

no amigo, el brasilero que escribió entre otros el que mencioné, Mi planta de naranja lima y mi canoa joaquina (o algo así) JOSE MAURO DE VASCONCELOS! Un gran escritor!

5:02 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Naty: Ahhh, si es el brasilero sí lo conozco. Lo confundí con el mexicano que se llama igual. El que decís vos también escribió "El velero de cristal". Coincido en que es muy bueno.

9:05 p. m.  
Blogger Ruth said...

Mmmm... mi primer libro en serio, quién sabe. El que recuerdo así a simple mirada para adentro es "El príncipe feliz" de Oscar Wilde. ¡Si habré llorado cuando le arrancaban los zafiros de los ojos para que coman los niños de la ciudad! Y había otro cuento de una infanta y un enano que también me hacía llorar. La "Serie Amarilla", un clásico, ahí estaban Mujercitas, Hombrecitos, Azabache, Jack y Jill y claro, todos los de Salgari. Pero no extraño esas épocas: todavía, muchos libros me siguen chispeando cuando los toco.

10:00 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

A mí de niña nadie me dio Salgari, capaz porque era nena. Lo leí ahora, semejante grandota, y disfruté un montón. Aprecié sus toques politicamente incorrectos, un placer en estos tiempos hipócritas.

2:13 a. m.  
Blogger Unknown said...

yo me inicié con enid blyton y sus aventuras por doquier. tendría 10 u 11 años y recuerdo que gozaba/sufria de lo mismo que ud menciona.

2:59 a. m.  
Blogger Mantis said...

"El Príncipe Feliz" a mí me despertaba una angustia terrible. Casi tanto como "La casa de Asterión", diez años después y con otras complejidades agregadas, por ese muchacho Borgues, al que también se le da por escribir bastante bien.

Y sí, Mauro de Vasconcelos es el de "Mi planta de naranja Lima", y de allí sale "el Portuga" que menciono. Creo que tenía diez años cuando lo leí.

Lo que debería ser obligatorio, sin embargo es que junto con las vacunas de la niñez se entregue una copia de Juvenilia. Porque yo la leí hace cosa de tres meses y lamento mucho no haberla pescado de purrete.

9:21 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Minerva: Lo bueno es mantener hoy la capacidad de asombro ante los libros, aunque en vez de leer a Salgari y a Twain leas a Foucault y a Philip Roth.
Ceryle: Más de una vez me pregunté si me convendría releer hoy algunos de esos libros que me fascinaron de chico. Y siempre preferí quedarme con el recuerdo que tengo de ellos.
Chame: a ese que nombrás no lo leí. Debe haber aparecido después.
Mantis: Yo leí Juvenilia a los 12 y como relato de colegio me gustó pero no tanto. Dentro de ese subgénero, "La ciudad y los perros" es insuperable.

9:44 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

No era gay, apenas era un poco afrancesado.

10:50 a. m.  
Blogger Amperio said...

Todos los libros son mágicos, amigo. Desde mi primer D´Amicis hasta Rushdie, pasando por Lovecraft y Vargas Llosa. Y yo también sigue asombrado.

PD: El cetáceo salió para San Telmo. Lea el manual antes que sea tarde.

4:21 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Amper: entiendo lo que usted dice, pero encuéntrele la magia a un Bucay, por ejemplo...Se lo encargo.
Con respecto al cetáceo, si puso proa para esta zona, será mejor que vaya llamando a Prefectura, para evitar que encalle en la costa.

4:57 p. m.  
Blogger Amperio said...

Bucay es mágico también, compañero. ¿Cómo se explica entonces que se llene de guita con esas pelotudeces que escribe? ¿Cómo puede ser que haya robado más de diez años sin que nadie se haya avivado que copiaba el muy turro?
Todos son mágicos. Víctor Sueyro, sin ir más lejos, vió a la virgen que le dijo:-Afanémos juntos, Calcu.

9:22 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Es verdad: la magia de afanar con elegancia también existe.
Y si no que le pregunten a María Julia.

10:16 p. m.  

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