(Des)Encuentros
Loli me invita a cenar. Desde hace ocho meses, me invita una vez por semana, con una persistencia digna de mejor causa. Por primera vez acepto, y en el restaurante nos ponemos al día: le cuento mis últimas desventuras amorosas y se mata de risa aferrada a su copa de chablis. Me cuenta sus enredos, que son peores que los míos. Nos reímos a carcajadas planeando cruzar a sus ex con las mías: descubrimos que tienen esquizofrenias complementarias.
Trabaja en relaciones públicas (un segmento profesional del que no consigo librarme), hace poco cumplió 30 años y acaba de darse cuenta de que gana más plata de la que necesita para vivir, que los tipos todavía le tienen ganas y que su vestuario, su departamento y su cuerpo son lujos que está dándose a esta edad. Su casa fue diseñada por un decorador caro, fuma Virginia Slims, sabe mucho de vinos y puede recitar de memoria la carta de cualquier restaurante top de Buenos Aires.
Mientras la cena avanza y ella va por la cuarta copa de vino (yo por la segunda botella de agua mineral), la vela que hay en la mesa empieza a agonizar. La charla se hace profunda, el restaurante se va vaciando, el gran salón va quedando en silencio y la voz de Loli toma un tono oscuro. Con el paso del tiempo y de las copas ha pasado de hablarme de sus romances superfluos a mencionar las mañanas vacías, las cenas en soledad, los sábados en pijama mirando películas en su living copiado de Elle Deco.
La escucho en silencio. No era intención de ninguno de los dos llegar a esta conversación: dijimos que íbamos a salir a cenar para conversar y reírnos un poco. Me habla como si yo, que cumplí los 30 hace un par de años, pudiera darle alguna respuesta. Podría agregar más cosas a las que ella dice: la agenda llena de compromisos de trabajo y sin ningún recuadro en colores que indique compromisos de los otros, el contestador reventando de mensajes y todos dichos con el tono impersonal de la gente de tu trabajo, las películas buenísimas o los libros geniales que no podés recomendarle a nadie, el sexo desamorado y practicado contra reloj.
Comprobamos que nos hacemos las mismas preguntas y nos encontramos con la misma ausencia de respuestas. Tenemos idénticas perplejidades y frustraciones parecidas. Y habrá sido el salmón rosado a la mediterránea, habrá sido la noche entre velas y rosas, pero los dos en cierto momento nos miramos y la pregunta nos asaltó en silencio: ¿Y si…?. La miro. Observo su piel marmórea, su vestido escotado, sus manos de manicura costosa, su paquete de Virginia Slims, su sonrisa algo desdibujada por el alcohol, y veo -sobre todo- la amistad que nos une desde hace tiempo.
Y no, la respuesta es no.
Loli me invita a cenar. Desde hace ocho meses, me invita una vez por semana, con una persistencia digna de mejor causa. Por primera vez acepto, y en el restaurante nos ponemos al día: le cuento mis últimas desventuras amorosas y se mata de risa aferrada a su copa de chablis. Me cuenta sus enredos, que son peores que los míos. Nos reímos a carcajadas planeando cruzar a sus ex con las mías: descubrimos que tienen esquizofrenias complementarias.
Trabaja en relaciones públicas (un segmento profesional del que no consigo librarme), hace poco cumplió 30 años y acaba de darse cuenta de que gana más plata de la que necesita para vivir, que los tipos todavía le tienen ganas y que su vestuario, su departamento y su cuerpo son lujos que está dándose a esta edad. Su casa fue diseñada por un decorador caro, fuma Virginia Slims, sabe mucho de vinos y puede recitar de memoria la carta de cualquier restaurante top de Buenos Aires.
Mientras la cena avanza y ella va por la cuarta copa de vino (yo por la segunda botella de agua mineral), la vela que hay en la mesa empieza a agonizar. La charla se hace profunda, el restaurante se va vaciando, el gran salón va quedando en silencio y la voz de Loli toma un tono oscuro. Con el paso del tiempo y de las copas ha pasado de hablarme de sus romances superfluos a mencionar las mañanas vacías, las cenas en soledad, los sábados en pijama mirando películas en su living copiado de Elle Deco.
La escucho en silencio. No era intención de ninguno de los dos llegar a esta conversación: dijimos que íbamos a salir a cenar para conversar y reírnos un poco. Me habla como si yo, que cumplí los 30 hace un par de años, pudiera darle alguna respuesta. Podría agregar más cosas a las que ella dice: la agenda llena de compromisos de trabajo y sin ningún recuadro en colores que indique compromisos de los otros, el contestador reventando de mensajes y todos dichos con el tono impersonal de la gente de tu trabajo, las películas buenísimas o los libros geniales que no podés recomendarle a nadie, el sexo desamorado y practicado contra reloj.
Comprobamos que nos hacemos las mismas preguntas y nos encontramos con la misma ausencia de respuestas. Tenemos idénticas perplejidades y frustraciones parecidas. Y habrá sido el salmón rosado a la mediterránea, habrá sido la noche entre velas y rosas, pero los dos en cierto momento nos miramos y la pregunta nos asaltó en silencio: ¿Y si…?. La miro. Observo su piel marmórea, su vestido escotado, sus manos de manicura costosa, su paquete de Virginia Slims, su sonrisa algo desdibujada por el alcohol, y veo -sobre todo- la amistad que nos une desde hace tiempo.
Y no, la respuesta es no.
16 Comments:
me gusta como narrás. los textos como este en los que todo está teñido de una moderna posmodernidad, a veces superficial, y por debajo de eso, una subjetividad que está ahí, potente, preguntandose cosas que los restonares caros y las decoraciones de moda no pueden esconder.
Si lo dice "lolamaar" debe ser así.
Hay Daniel Daniel !!!!!!
Nunca se sabe....yo un dia mire con otros ojos a un amigo que tenia desde hacia 9 años...y a fin de año nos casamos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Tu relato me trae dejavues por todos lados, lo escuche antes, lo lei antes, lo vivi antes, lo sigo viendo en gente conocida y querida....en fin...una oportunidad ! una oportunidad !
coger con amigas es lo mejor del mundo
te conocen, saben cómo sos, qué decir, qué no pedir nunca
yo he garchado con todas mis amigas en algún momento y sigo teniendo la mejor de las ondas, una amistad sin secretos
Anónimo: why not? porque hay amistades que es mejor dejarlas así.
Lola!! que alegría verte por acá!!. Muchas gracias por lo que decís, vos sabes que soy el fan numero 1 de tus textos.
Cucusita: si a vos te pasó, me alegro mucho. Pero a mí, esta vez, ...mmmmh....
Onanista: Debo ser muy antiguo entonces, porque nunca me cogí una amiga...
Hay soluciones creativas que no implican renunciar a sus principios, Daniel.
La próxima vez, deje que ella se lo coja a Ud.
por qué ya no está Lolamaar en los links?
Quiero creer que la pregunta fue: "¿Puedo ofrecerles un café, por cuenta de la casa?"
Mentira. Creo que usted eligió con sabiduría. O tal vez quiero creer que es sabiduría sólo porque yo habría hecho lo mismo.
In any case, me gustó. Me quedo con los libros escritos contra reloj, las películas desamoradas y el sexo impersonal que no podés recomendarle a nadie.
Si usted, me lo permite, obviamente.
Amper: No había evaluado esa posibilidad. Veo que además del manual de Conducción política usted lee El arte de la estrategia de Sun Tzu.
Mantis: Todo bien con el sexo impersonal y la estética gris de la soledad, pero hay veces en que un cambio de aire no viene mal. Sobre todo si eso implica una buena compañía.
quien es el usuario anónimo que pregunta por mí? :)
siempre leo este blog, aunque muchas veces no hable.
saludos a todos,
lm
Debe ser alguien de tu club de fans, Lola. Y le informo a él -y a vos- que tuve que poner un link y lo agregué sobre el tuyo, y luego no pude hacer el nuevo enlace. Prometo hacerlo a la brevedad.
flaco no sos un poco histerico? alguna ves hay que dejarse
Dejarse qué? Dejarse cojer por una amiga que ni siquiera te atrae? Uno tiene sus principios, che.
Dijo "cojer"...
Déjeme hacerme el interesante aunque sea en su blog, que en el mío ya se sabe que estoy enamorado, comprometido y contando los segundos para casarme y llenar los labios de la mujer de mi vida con "besositos matromoniales".
Jajaja. Hágase el interesante nomás. Mi blog está a su servicio.
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