Proust en la playa
Vos sos un personaje proustiano, me dijo Carla mientras se sacaba las zapatillas y acercaba los pies a la estufa. Horas después, cuando ella se había ido y yo ordenaba los CDs que había dejado desparramados por todo el comedor, pensaba en su comentario.
Tal vez el momento más proustiano de mi vida (quizás el primero de una serie infinita) sucedió cuando yo tenía diez años y no imaginaba que un tal Proust existía y que 15 años más tarde lo leería con devoción. Era la nochebuena y a mi abuelo se le había ocurrido que la pasáramos en la playa, así que mandó a sacrificar dos corderos del campo y asarlos, a preparar empanadas, ensaladas, postres de todo tipo y encargó al supermercado varios cajones de cerveza, gaseosas y agua mineral.
Las playas de Uruguay son, en las noches de verano, casi más lindas que durante el día, porque al caer el sol el agua queda tibia durante varias horas y además la gente se va a su casa en cuanto cae el sol. Nosotros llegamos al atardecer, con la camioneta y el auto cargados hasta el techo. Mi abuela, mis tías y mi madre se pusieron a organizar la cena a un costado. Mis primos y yo nos fuimos a jugar al fútbol en la arena. Yo me aburrí rápido y me fui al agua.
Los edificios que están sobre la rambla, frente a la costa, estaban iluminados. Cenamos, conversamos, nos reímos a carcajadas en la playa desierta. Mi primo Marcelo empezó a tomar cerveza con Fanta y al rato estaba perdidamente borracho. Mi abuelo, que ya empezaba a sentirse enfermo pero lo ocultaba, estaba sentado en una silla desplegable en la orilla, con los pies en el agua.
A las 12 empezaron a tirar cohetes: todos los fuegos artificiales de la ciudad parecían estar apuntando a la playa, y pasaban sobre nuestras cabezas. Yo me tiré en la arena, de cara al cielo, para verlos mejor. Escuchaba a lo lejos las voces de mis tíos y mi abuelo, las carcajadas de mis primos, las carreras en la arena de mi prima Roxana, que se había puesto una bikini minúscula y ya estaba convirtiéndose en la chica despampanante que luego sería. De vez en cuando pasaba y me tiraba arena para molestarme.
Yo permanecía inmóvil, escuchando, mirando, absorbiendo todas las sensaciones de esa noche. Sabía que ése era un momento de intensa y perfecta felicidad, y que muchas veces iba a evocar ese recuerdo. Más de veinte años después, puedo recordar la decoración de la mesa, el short que yo tenía puesto, el cuerpo esbelto y bronceado de Roxana extendido en la arena, la voz de mi primo imitando a Freddy Mercury y desentonando horriblemente, la atareada alegría de mi tía Ana, que repartía vasos, platos y bandejas con helado. La sonrisa triste de mi abuela y algunos de sus silencios inexplicables. La forma como mi abuelo nos abrazó, y la extraña sensación de despedida que nos quedó a todos.
Diez meses mas tarde falleció, y desde entonces pienso que, al mismo tiempo que yo, él también estaba grabando en su retina esas últimas imágenes.
Vos sos un personaje proustiano, me dijo Carla mientras se sacaba las zapatillas y acercaba los pies a la estufa. Horas después, cuando ella se había ido y yo ordenaba los CDs que había dejado desparramados por todo el comedor, pensaba en su comentario.
Tal vez el momento más proustiano de mi vida (quizás el primero de una serie infinita) sucedió cuando yo tenía diez años y no imaginaba que un tal Proust existía y que 15 años más tarde lo leería con devoción. Era la nochebuena y a mi abuelo se le había ocurrido que la pasáramos en la playa, así que mandó a sacrificar dos corderos del campo y asarlos, a preparar empanadas, ensaladas, postres de todo tipo y encargó al supermercado varios cajones de cerveza, gaseosas y agua mineral.
Las playas de Uruguay son, en las noches de verano, casi más lindas que durante el día, porque al caer el sol el agua queda tibia durante varias horas y además la gente se va a su casa en cuanto cae el sol. Nosotros llegamos al atardecer, con la camioneta y el auto cargados hasta el techo. Mi abuela, mis tías y mi madre se pusieron a organizar la cena a un costado. Mis primos y yo nos fuimos a jugar al fútbol en la arena. Yo me aburrí rápido y me fui al agua.
Los edificios que están sobre la rambla, frente a la costa, estaban iluminados. Cenamos, conversamos, nos reímos a carcajadas en la playa desierta. Mi primo Marcelo empezó a tomar cerveza con Fanta y al rato estaba perdidamente borracho. Mi abuelo, que ya empezaba a sentirse enfermo pero lo ocultaba, estaba sentado en una silla desplegable en la orilla, con los pies en el agua.
A las 12 empezaron a tirar cohetes: todos los fuegos artificiales de la ciudad parecían estar apuntando a la playa, y pasaban sobre nuestras cabezas. Yo me tiré en la arena, de cara al cielo, para verlos mejor. Escuchaba a lo lejos las voces de mis tíos y mi abuelo, las carcajadas de mis primos, las carreras en la arena de mi prima Roxana, que se había puesto una bikini minúscula y ya estaba convirtiéndose en la chica despampanante que luego sería. De vez en cuando pasaba y me tiraba arena para molestarme.
Yo permanecía inmóvil, escuchando, mirando, absorbiendo todas las sensaciones de esa noche. Sabía que ése era un momento de intensa y perfecta felicidad, y que muchas veces iba a evocar ese recuerdo. Más de veinte años después, puedo recordar la decoración de la mesa, el short que yo tenía puesto, el cuerpo esbelto y bronceado de Roxana extendido en la arena, la voz de mi primo imitando a Freddy Mercury y desentonando horriblemente, la atareada alegría de mi tía Ana, que repartía vasos, platos y bandejas con helado. La sonrisa triste de mi abuela y algunos de sus silencios inexplicables. La forma como mi abuelo nos abrazó, y la extraña sensación de despedida que nos quedó a todos.
Diez meses mas tarde falleció, y desde entonces pienso que, al mismo tiempo que yo, él también estaba grabando en su retina esas últimas imágenes.
20 Comments:
Me emocionó leer esto.
La verdad, a mi también.
De un tiempo a estar parte estoy comenzando a sentir envidia de aquellos afortunados que como usted, parecen tener acceso a las despedidas. Aunque más no sea una despedida silenciosa y no declarada.
Porque a mí los afectos se me escapan sin siquiera dejarme derecho a eso. Y me jode, para que negarlo. Igualmente, es una envidia sana. Porque que se muera la gente que uno quiere es una auténtica -disculpe que no se me ocurre otra palabra para usar en su blog, Daniel- cagada.
Idem anteriores. Me emocione mucho, SEPALONNNN
Que lindo texto.
Y que lindo poder transmitir esas cosas.
Te leo siempre.
Anónimo y Fer: Muchas, muchas gracias.
Mantis: Totalmente de acuerdo. Pero por más despedidas que haya, todas esas partidas siguen siendo una cagada.
Cucu y Luli: Gracias y saludos.
todo bien, pero leíste alguna vez en tu vida a proust? de todos sus personajes, me parece que bloch es el que más coincide con tu perfil, pero tal vez puedas ser algún personaje aplaudido por los verdurin, nunca por los guermantes.
Me hubiera hecho feliz tomar el té con Odette: tan elementales son mis pretensiones.
O simplemente hubiera querido conocer a la Madame de Mortsauf balzaquiana, o a esa madame de Arnoux que brillantemente creó Flaubert.
Y, tal como vos decís, jamás en mi vida leí a Proust ni a ningún autor francés, como es evidente.
disculpame, no supe reconocer la humildad de tus pretensiones. por suerte el inventario de mujeres que acabas de armar ayuda a reconocer la humildad de tus gustos, no pudiste elegir mujeres más aburridas.
me gustaría, entonces, que sigas leyendo a proust. estoy segura de que te va a ayudar a querer abandonar tanta impostura.
Ay mi madre, cómo venimos hoy.
Tengo una ligera sospecha de quién sos, y me da pena que no elijas el trámite más directo (y transparente) de enviarme un mail para criticarme las minas que estoy viendo.
Igual, gracias por pasar y espero que sigas tan simpática y divertida como te conocí.
aloha aloha! insisto como ya hemos departido en otras oportunidades.
uruguay tiene algo que en mi siempre sabe alegría y despedida. es triste, melancólico y final si lo quiere, o sea es para mi más bayereano que proustiano, pero vos sabes Dani, que yo sí que no lo leí!
che que feo pelerse por blog anónima!
Naty: Uruguay tiene eso, de disfrutarlo mientras estás y de sentir nostalgia incluso antes de irte.
de dónde sacarán tiempo para leer tanto, sons of a thousand bitches! me refiero a anonymous, que me cae muy bien por lo que dice, y también a daniel, que no me cae del todo mal. alguien dijo una vez que la vida es corta y proust es largo (¿hemingway? no recuerdo. pero me encantaría poder leerlo. ¿por dónde recomiendan comenzar? ¿por el camino de swann?).
daniel, obvio que escribís bien. pero igual voy a opinar (en la línea de anonymous) que siempre sobrevuela una especie de impostura en lo que escribís... sorry man. es lo que siento que destilan tus líneas.
Calandraca: Llegaste al cine con la película empezada. Y encima opinás.
La señorita Anonymous (que de anónima tiene poco) se refiere a la impostura que significa salir con rubias platinadas. Ella lo dice por razones que sólo ella y yo conocemos.
Vos decís que la impostura reside en los textos. Y vos (espero) sabrás por qué. Como consejo práctico -ya que mencionás el tema-te recomiendo leer algún libro interesante (Proust for Dummies, tal vez?) y no perder tiempo leyendo las míseras imposturas que aquí se escriben.
cuac!
Esteeeeemmmm, yo..., naaaaa...
¿Cómo? No, Daniel, buscaba al Turienzo...¿no está no?
Bueh... Vuelvo otro día...
Calandraca: Si el tiempo que le deja libre su blog porno decadente(labuenaleche.blogspot.com) le permite venir a bardear acá, hágalo. Cada uno es feliz con lo que puede.
Ah, y "pretencioso" y "transparente" son dos términos que se anulan. No puede usar ambos en la misma frase: elija uno.
Amper: El buen Turienzo no ha aparecido por acá, y lo lamento. Como puede ver, el promedio cualitativo de nuestras visitas viene en franca decadencia.
Calandraca, que tal si seguís de largo. Anda tranqui, te prometemos que no te vamos a extrañar.
Calandraca comprate una vida y no jodas a los que no te joden. Das pena.
revise su diccionario de antónimos, daniel: no se anulan. se puede ser transparente en la pretenciosidad. y también se puede ser oscuro, turbio, opaco, y no pretencioso. saludos y hasta dentro de un mes.
Publicar un comentario
<< Home