Mi última drunk night (II)
(Continúa del post anterior)
Mientras bajaba la escalera noté con espanto que me resultaba difícil calcular la distancia de los escalones. Esto me llevaba de la categoría etílica b) a la c). Pensaba en los vasos de vodka que aún tenía por delante y tomé la decisión más dolorosa de la noche: al llegar al primer piso, en vez de enfilar para el salón donde se hacía la fiesta seguí de largo hacia la calle. Por esa noche, ya había sido suficiente.
Caminé con paso inseguro hasta la esquina y tomé un taxi. Estaba convencido de que mi ingreso al vehículo había sido de una dignidad irreprochable, pero el chofer me desengañó muy rápidamente. En cuanto me senté, me miró fijo por el espejo retrovisor y dijo:
-Te pido una sola cosa: no vomites en el auto.
Ni siquiera le respondí. Dije dónde quería bajarme y bajé la ventanilla para recibir el viento en la cara. Cuando el taxi se detuvo en la esquina, pagué y me bajé. Recién entonces me di cuenta que había dado la dirección de mi oficina en vez de la de mi casa. Por entonces, mi oficina quedaba a cuatro cuadras de mi departamento, de manera que hice la caminata insultándome en arameo. Dentro de esa noche deplorable, la única decisión sensata había sido volverme a casa. Desde entonces -hace tres años y medio-, no volví a tomar ni una gota de alcohol. A la chica Cosmo me la volví a cruzar casi un año después, en un evento al que había ido con C, de manera que no me pude acercar a hablarle. Sólo nos sonreímos de lejos.
(Continúa del post anterior)
Mientras bajaba la escalera noté con espanto que me resultaba difícil calcular la distancia de los escalones. Esto me llevaba de la categoría etílica b) a la c). Pensaba en los vasos de vodka que aún tenía por delante y tomé la decisión más dolorosa de la noche: al llegar al primer piso, en vez de enfilar para el salón donde se hacía la fiesta seguí de largo hacia la calle. Por esa noche, ya había sido suficiente.
Caminé con paso inseguro hasta la esquina y tomé un taxi. Estaba convencido de que mi ingreso al vehículo había sido de una dignidad irreprochable, pero el chofer me desengañó muy rápidamente. En cuanto me senté, me miró fijo por el espejo retrovisor y dijo:
-Te pido una sola cosa: no vomites en el auto.
Ni siquiera le respondí. Dije dónde quería bajarme y bajé la ventanilla para recibir el viento en la cara. Cuando el taxi se detuvo en la esquina, pagué y me bajé. Recién entonces me di cuenta que había dado la dirección de mi oficina en vez de la de mi casa. Por entonces, mi oficina quedaba a cuatro cuadras de mi departamento, de manera que hice la caminata insultándome en arameo. Dentro de esa noche deplorable, la única decisión sensata había sido volverme a casa. Desde entonces -hace tres años y medio-, no volví a tomar ni una gota de alcohol. A la chica Cosmo me la volví a cruzar casi un año después, en un evento al que había ido con C, de manera que no me pude acercar a hablarle. Sólo nos sonreímos de lejos.
11 Comments:
Los tacheros han desarrollado con el tiempo la capacidad de detectar la cantidad de alcohol en la sangre de las personas.
¿tres años dijo?
el viento fresco en la cara es exelente, pero sin lugar a dudas lo mejor para bajar el pedo es salir del bar y encontrar tu auto colgando de un cricket sin las dos ruedas traseras.
Usuario anónimo: Cada dia me convenzo mas de que los tacheros tienen un sexto sentido. Hasta evalúan con una ojeada cuanta plata tenes en la billetera.
Chame: Qué fea manera de bajar a la realidad...
En cherche: Que yo recuerde, esa noche no asesiné a nadie. Pero de haber seguido tomando, si no llegaba al crimen por lo menos caía en el papelón.
conforme lo que recuerdo de su historia con C. lo que mejor que pudo pasarle esa noche, fue regresar ebrio, por sin la chica cosmo. Así como el taxista detectó su nivel de alcoholemia, c hubiera detectado que algo había pasado con la srta, sonrisa lejana mediante, lo que lo hubiera llevado a embriagarse nuevamente y no esta sana vida sin alcohol de la cual hoy disfruta!
Ahora entiendo por qué no le aceptó el vino que le convidó el Turienzo.
la sensación de dignidad es peligrosísima, siempre hay que consultar con alguien de mucha confianza que nos de un cuadro un poco menos subjetivo de la situación. la dignidad, usualmente no suele ser tanta. me han llamado a la mañana siguiente con un "patinaste mal anoche, nena" y yo estaba convencida que la venía piloteando como la lady que soy...
Amper: Tiene razón. Yo me conformo con tomar agua mineral. Además imagínese el efecto desmoralizador que tendría presenciar semejante borrachera en la militancia de base.
Charlotte: Nada más engañoso que la sensación de dignidad aplicada a uno mismo. Por suerte ya no pierdo la dignidad en público por excesos etílicos. Por otras razones, sí.
Charlotte: Nada más engañoso que la sensación de dignidad aplicada a uno mismo. Por suerte ya no pierdo la dignidad en público por excesos etílicos. Por otras razones, sí.
Charlotte: Nada más engañoso que la sensación de dignidad aplicada a uno mismo. Por suerte ya no pierdo la dignidad en público por excesos etílicos. Por otras razones, sí.
Encima esta mierda se traba y me sale tres veces el mismo mensaje. Juro que estoy sobrio.
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