17.5.06

10 AM
Me siento frente a la computadora sin ganas de hacer nada. A lo lejos, tras el vidrio de la ventana, el río y los veleros son un poderoso atractivo visual. Me quedo mirando la lejanía y dejo correr los minutos. Dos veleros, un Buquebús y un barco carguero se mueven lentamente mientras los miro. Estaría bueno que chocaran, aunque sea para ponerle un poco de emoción a la mañana.
No tengo ganas de escribir ni de editar. Hay que titular la nota de tapa de la próxima edición y no quiero pensar. Sé que algún día voy a titular con una gran puteada que abarque toda la tapa de la revista. Ése será mi último día como editor, y no me va a importar (pero quién sabe, tal vez a los lectores les encante y hasta me gane un Premio Pulitzer of Journalism). Tengo el Pagemaker abierto y miles de correcciones sin terminar. Me niego a seguir, así que pongo save changes y close. Chan, dice la máquina. Debo haber guardado algo mal pero no voy a permitir que me preocupe.
Me recuesto en la silla y pienso. Recuerdo a un amigo de la facultad. La novia lo había dejado en medio de una ruptura traumática y el pibe se puso a escribir poemas. Tantos, que hizo un libro completo sobre su separación. Lo tituló “Los ritos del abandono”, lo hizo imprimir y salió a venderlo por bares, pubs y plazas. Era una edición bastante digna y vendía a cinco pesos cada libro. En un par de meses agotó la tirada de mil ejemplares. Con sus recorridas por bares alternativos, pubs bluseros y cafés universitarios creo que hasta consiguió novia.
Se viene el poemario, pienso. Luego el merchandising. Corazoncitos rotos de estética kitsch que se venderían bien en Todo Moda.
Vuelvo a la computadora, abro el Pagemaker y me pongo a trabajar.

8 Comments:

Blogger Paula said...

Me imaginé la revista Veintitrés y toda su tapa reemplazada por un gigantesco "PUTO EL QUE LEE".
(Y toda una serie más de diversas publicaciones con sus respectivas frases de tapa. No estaría mal llevarlo a la práctica.)

Hagamos imanes de corazones rotos para pegar en la heladera, materializaríamos la posibilidad de creer que el magnetismo que una vez nos unió es capaz de subsistir, aunque más no sea en dos cachitos de goma que pueden unirse a voluntad del consumidor.

8:04 a. m.  
Blogger Paula said...

Tengo nombre para la marca: "polos opuestos, imanes".

:P

8:41 a. m.  
Blogger marina k said...

"Corazoncitos rotos de estética kitsch que se venderían bien en Todo Moda.".
Buenísimo!

11:06 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Bater: joya, corramos a patentarlo.
Y me parece, partner, que a Lola le vendimos el primero.

11:21 a. m.  
Blogger Naty said...

pERO PUCHA CARAMBA, YO CREÍ QUE ESTE POST TERMINABA: VUELVO A LA COMPUTADORA, ABRO EL WORD Y ME PONGO A ESCRIBIR POEMAS.
Nota mental: para ponerle un poco de emoción a la mañana, mejor q ver chocar dos veleros contra un BuqueB, es estar en uno de los veleros, justo en una mañana como la de hoy, da a Colonia justo para ponerse a través amurado a estribor, cuatro horitas y allá estamos...

1:56 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ahhh, Tía Nata, lo único que me falta es ponerme a escribir poemas. Entonces sí: cartón lleno. Ya bastante tengo con este blog delirante.
Y cruzarse a Colonia no estaría nada mal. Soy capaz de hacer el viajecito a nado, con tal de alejarme de Bs.As.

6:30 p. m.  
Blogger Paula said...

Te dejo el link de alguien que escribe muy bien.

9:38 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

No lo puedo creer! compré el libro "los ritos del abandono" de Marcelo Amar. Editorial "naves de la luna". Me encantó. Luego compré otros dos que también escribió. Es amigo tuyo? Vivo en Bahía Blanca, y cada vez que en esa época (1994) viajaba a Buenos Aires me acercaba a plazas y bares de calle corrientes solo para ver si lo encontraba, y efectivamente lo hice. Que hace ahora???

6:46 p. m.  

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