31.5.06

Bajo palabra
Cuando estaba en primer grado fui el primero de la clase en aprender a leer, pero hubo trampa porque yo ya leía un poco desde antes. Me gustaba tanto jugar con las palabras que con la maestra llegamos a un acuerdo insólito: yo iba a tener un cuaderno paralelo en el que ella iba a darme tareas para hacer y donde yo podría escribir, dibujar y pegotear todo lo que quisiera. A partir de cuarto grado, cada vez que hacíamos una redacción, mis cuadernos iban a la dirección, de donde volvían con una felicitación de la directora y un sellito azul de la escuela. A los diez años decidí que mi futuro estaba en las palabras y dije que iba a ser periodista. A los once, de la escuela citaron a mi madre para sugerirle que hiciera algo conmigo, porque bien estimulado podría llegar a algo importante (?).
A los 12 años, como muestra de la confianza que mi familia empezaba a tener en mí, me dieron plata para que me comprara, a mi elección, varias cosas que necesitaba: desde material para la escuela hasta zapatos y ropa de abrigo. Exultante, me fui solo al centro y me gasté toda la plata en libros. Recuerdo que en la bolsa de libros que traje había una antología de cuentos de Borges y una edición en tapa dura de Rabelais. Por supuesto, pasó mucho tiempo hasta que volvieron a dejarme administrar plata.
A los 17 años le recomendaba libros a la profesora de literatura de quinto, y cuando ella no los conseguía, se los prestaba. (Hubo uno que jamás me devolvió). A los 18 era crítico literario en un diario, que me parecía el trabajo soñado: me pagaban por leer y opinar sobre lo que había leído. A los veintipico, mientras hacía la Licenciatura en Comunicación, me di cuenta de que mi mundo era casi exclusivamente tipográfico y que ante un cuadro o una película era virtualmente ciego. Me fui a estudiar cine, hice seminarios de guión y empecé a ir al cine varias veces por mes. Cuando salía con M., que era profesora de piano con repertorio clásico, nos acostumbramos a ir al Colón casi todas las semanas.
Unos años después vi que no diferenciaba un Picasso de un Miró, así que empecé a hacer una Licenciatura en Artes en la UBA. Un tiempo antes había empezado a hacer fotografía como hobby. Y un poco más tarde empecé a pintar, con un entusiasmo que me duró poco menos de un año.
En una época en que tenía tiempo, podía leer un libro en un día. Hoy no voy a ningún lado sin llevar algo que leer, así que leo en subtes, taxis, salas de espera, ascensores, colas de banco y hasta por la calle, cuando me compro un libro que me interesa y voy leyendo las primeras páginas en cuanto salgo de la librería.
Supongo que el arte me gusta desde siempre porque es, sobre todo, expresión. Siempre creí que para todo lo que había que decir existía la forma adecuada. Allí estaba Flaubert con “le mot juste”, o estaban Beethoven o Vivaldi, y sino era posible recurrir a Van Gogh o a Matisse, y todo, absolutamente todo, podía ser dicho.
Estaba equivocado. Yo, que siempre encontré palabras para todo, leo el mail de P. que me acaba de llegar y sólo puedo encontrar un inmenso silencio.

9 Comments:

Blogger Naty said...

Le apuesto una cena a que encuentra mil imagenes y por lo menos dos olores, una caricia y tuc tuc tuc en el pecho!

10:15 a. m.  
Blogger Naty said...

Nota: esto implica algo así como lo acompaño en el sentimiento, cariños!

10:15 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Parece que las palabras lo han encontrado a usted.

10:46 a. m.  
Blogger Paula said...

Al fin un post.

11:05 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Naty: Gracias por la solidaridad. Un beso.
L: Creo que las palabras pasaron por casa pero justo yo había salido.
Bater: la sutil ironía de una mujer inteligente. Me encanta.

11:12 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

yo en cambio estoy esperando que llegue el sábado...

11:16 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

bueno: lo anterior iba a venir a continuación de lo de baterflai, se entiende.

11:19 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Calandraca: Yo también lo espero, creeme...

11:22 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Jeje.
y qué post!

Esto vendría a confirmar que para poder escribir decentemente un poco hay que haber leído muy mucho, me parece...

Por otra parte:
Hay silencios tan expresivos a veces, ¿no?

11:33 a. m.  

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