El pasado
Ocurrió este verano, durante mis vacaciones. Había ido a saludar a mi tía Isabel, y en su casa encontré a un hombre viejo que estaba de visita. Lo saludé sin mirarlo y me concentré en charlar con mi tía. Hasta que en un momento el hombre me señaló:
-Yo me acuerdo de vos. Venías de Buenos Aires todos los veranos, desde que tenías 9 o 10 años. Eras flaquito, estabas todo el verano bronceado y andabas a caballo todas las tardes. Y cuando creías que nadie te veía, pasabas con la bici por encima de los malvones de tu abuela.
Lo miré estupefacto. Me había olvidado por completo de este último dato. Lo miré con atención y no pude recordar a ese hombre: intenté imaginármelo con veinte años menos pero fue imposible. Seguramente era uno de los múltiples amigos de mi abuelo que andaba por el campo.
No hablamos mucho más, y al rato me despedí y me fui. Pero seguía pensando en las palabras que me había dicho el viejo: volví a verme a los diez años, seguramente flaco, gritón, bronceado, corriendo por todo el campo, seguido por media docena de perros que me adoraban, trepándome a algún caballo de mi tío para correr hasta la laguna, tirándole piedras a todo lo que se movía, organizando batallas campales con mis primos y -lo reconozco- corriendo rallys encima de los sufridos malvones de mi abuela.
No pude asociar la imagen de ese viejo a mi niñez: seguramente sería visita habitual en la casa de mi abuelo, y me habría visto docenas de veces. En aquellos días nunca lo había notado, y me dolió no poder ubicarlo entre mis recuerdos de antaño. A partir de sus palabras, el recuerdo de los malvones pisoteados atravesaba más de veinte años para llegar, intacto, hasta mí. Con su comentario, sentí que ese hombre casi borrado por el tiempo me devolvía un pedazo de mi niñez.
7 Comments:
Nice try.
Me pasó lo mismo este finde mirando vidrieras de "usados2 en MDQ. Definitivamente, hay cosas que Master no puede comprar!
Besos
L: Thanks for your comment.
Naty: Hay cosas que Master no puede comprar, y hay recuerdos que no conviene vender.
Un par de palabras fueron más gráficas que cualquier foto de aquel entonces, no?
Ey!, yo también tengo una "la tía Isabel". Ya sé que es común el nombre, pero recién ahora que lo veo escrito en otro lado, caigo en que hay muchas "tías Isabeles" por el mundo. En fin, son cosas que a veces me pasan, enajenaciones y apropiaciones un tanto particulares de las cosas.
No sé si a Ud. le pasa, amigo Daniel, pero yo, algunas veces, siento olor a infancia. La granadina, el naranjú, los panqueques recién hechos y, por supuesto, alguna mi tía Isabel que anda dando vueltas por ahí, con otro nombre...
Un abrazo peronista, compañero.
Fernando: es asi, totalmente.
Violeta: debe ser la misma tía Isabel que nos tiene enajenados a todos.
Amper: Ah, los olores de la niñez. Para mí son olores a comida rica, cocinada por mi abuela, y que nunca más volví a encontrar...
Publicar un comentario
<< Home