11.3.07

Review
Los meses de enero y febrero casi no cuentan. El año empieza en marzo, y comienza cuando inauguro una nueva agenda de trabajo. Antes de guardar la anterior la releo un poco y repaso algunas de las cosas que pasaron. Durante mucho tiempo creí que empezar un nuevo ciclo significaba hacer un repaso de todas las cosas que había aprendido. Ahora no estoy tan seguro de ello, pero no puedo evitar pensar que en los 12 meses que pasaron vi cómo se cayeron algunas ilusiones y cómo dejé caer otras. Descubrí que tenía reservas de paciencia que desconocía. Me di cuenta de que era posible perder muchos miles de pesos en un mal negocio sin preocuparme por casi nada, o a lo sumo por tener que aflojar por algún tiempo con la compra compulsiva de libros. Vi que podía pasar cuatro años sin tomar una gota de alcohol, pero que en una mala noche podía asaltar la heladera y bajarme dos botellas de vino y una de champagne que estaban ahí desde hacía mucho. Me di cuenta de que no la quiero pero que me gusta más de lo que reconozco, y de que ella tampoco me quiere, pero insiste en verme porque la hago reír. Observé que alguna gente es capaz de cometer las peores bajezas con la mayor naturalidad del mundo, y que esa gente me da miedo. Noté una vez más que la generosidad suele venir de donde menos la esperamos. Comprobé que las mentiras me siguen poniendo violento. Descubrí un par de cosas nuevas en música, y algunos libros que sé que voy a seguir releyendo siempre. Vi cómo era tener un blog y escribir públicamente cosas que no le contaría a nadie, y comprobar con asombro que la gente lee y comenta. Aprendí que la web está llena de gente que escribe mejor que yo, y que sin embargo esa gente tiene cosas más importantes para hacer que escribir. Miré con ojo crítico las miles de fotos que he sacado y descubrí que ninguna vale nada. Y recordé que al empezar este año pedí, como si fuera un regalo del cielo, un poco más de soledad y silencio.

7.3.07

News
Hace años que soy adicto a los medios. Desde la compra compulsiva de diarios y revistas hasta saltar de CNN a BBC y de TN a Crónica, y de tener puesta AM América las 24 horas a tener centenares de links en la PC a los sitios del New York Times, el Washington Post, Le Figaro, El País de Madrid, el London Times y los sitios de Time y Newsweek. Cuando me suscribí al servicio online de un diario moscovita empecé a sospechar que estaba llegando demasiado lejos. ¿Para qué una suscripción a Moscow Times?. Si se desata una guerra mundial es una buena fuente alternativa, explicaba impávido.
Hoy mientras trabajo hago cada media hora un chequeo general de noticias vía internet. Me entero de choques de trenes en Finlandia, robos a bancos en Escocia, tomas de rehenes en Pakistán, golpes de estado en Africa y estrenos de películas en Los Angeles. Sé que, en sí mismas, las noticias no me importan. Sólo son un medio para comprobar -desde una oficina donde suena interminablemente el sonido del teléfono y el tableteo del teclado- que, del otro lado de las ventanas, el mundo todavía puede ser un lugar emocionante.
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