29.1.07

Dixit
Tanto joder y al final lo habíamos logrado. Estábamos presos por pintar carteles y por cantar la marcha socialista. Cuando llegamos a la seccional el comisario no estaba y el sub no sabía qué hacer con nosotros. Nos pasaron a las celdas pero dejaron las puertas abiertas porque no había lugar para todos. Allí estuvimos haraganeado y charlando hasta que nos empezó a dar hambre. Juntamos lo que teníamos entre todos y un cana nos fue a comprar pan y matambre. Comimos sentados en el piso y tratamos de esclarecer a dos pibes que estaban presos por pungas; pero no daban bola y dejamos el asunto.
Como a las seis entró a cuidarnos un cana jovencito. Mirá, me dice, mirá a ese suertudo, y señala con el mentón a un cana viejo que estaba en un rincón del patio donde todavía había sol, despatarrado en una silla. Ese sí que tiene suerte, le faltan pocos días para jubilarse, ¿te das cuenta?. Y a mí todavía me faltan treintaicinco años.
Eso dijo y yo me quedé como si me hubiera dado un palo en la cabeza. El pobre se dolía de su juventud y quería ser viejo, ahora mismo quería tener sesenta años con tal de jubilarse pronto. Quedé duro. Yo tenía dieciséis y era inmortal y tenía toda la eternidad de luchas y revoluciones por la causa sagrada del proletariado.
Al rato llegó el comisario y después de algunas discusiones cómicas y algunas tomaduras de pelo, nos largó. Pero el daño estaba hecho: yo había visto a un tipo que se lamentaba de ser joven.
(Adaptado de un texto de H. Yánover)

2 Comments:

Blogger Mantis said...

Ese muchacho lamentaba más el desamparo. Ese mismo que hace que algunos se metan al ejército a sabiendas de que es, sin lugar a dudas, la fábrica que nunca va a cerrarse.

Saludos.

1:32 p. m.  
Blogger myrna minkoff said...

Me gusta mucho tu blog.

7:49 a. m.  

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