Heart of stone
Paso la tarde en la oficina mirando la lluvia por la ventana y bajando videos de recitales de los Rolling Stones en YouTube. Hay joyas increíbles; incluso algunas imágenes del trágico recital de Altamont en 1970, cuando el grupo toca una soberbia versión de “Sympathy for the devil” mientras los Hell´s Angels apuñalan a un espectador frente al escenario y a la vista de todos, incluso de la banda.
Miro algunas canciones de un recital realizado en Estocolmo hace varios años. Reconozco el decorado del Vodoo Lounge Tour, el primero que vi de los Stones, en 1995. Luego de esa primera vez, los vería cuatro veces más en vivo. En esa oportunidad había ido con M. a verlos a River. Hacía poco que habíamos empezado a salir: yo la había dejado a A. luego de varios meses de noviazgo y M. abandonó a su novio a la semana de conocernos.
Esa vez fuimos al estadio River al atardecer y entramos directamente al campo. En pleno recital, bailamos abrazados, tomamos cerveza, revoleamos las camperas y nos besamos interminablemente. Cuando Jagger cantó “Out of tears” la situación llegó al clímax. Ese tema significó un beso de tres minutos y medio, sus manos dentro de mi remera, su cuerpo sintiendo el ímpetu del mío, la semioscuridad, el calor, el perfume de dos cuerpos anhelantes, la piel encendida y las palabras dichas al oído, mezclándose con las estrofas de la canción.
Escucho ese tema once años después y reconozco en la pantalla el decorado del escenario, recuerdo la voz y el piano, el vestuario de Jagger, esa letra que habla de amores contrariados, de ausencias, del paso del tiempo. Desde ese instante, la canción se convirtió en uno de nuestros recuerdos fundacionales, casi una clave secreta que atesoramos a partir de ese día.
Me pregunto si M. sentirá lo mismo cada vez que la escucha. Sé de ella que está en pareja, que le va bien en su carrera (escucho su apellido con bastante frecuencia), que sigue siendo una chica simpática, inteligente y sensible, y que sigue tan linda como antes. La última vez que la vi (cuando nos cruzamos casualmente por la calle, cuando nos contamos qué era de nuestras vidas y luego acordamos no tratar de volver el tiempo atrás), me dijo que había algunos lugares a los que evitaba regresar porque le traían demasiados recuerdos, ciertos errores que se esforzaba por no repetir, algunas frases que todavía le resonaban. Me pregunto si además habrá una canción que prefiere no escuchar.
Paso la tarde en la oficina mirando la lluvia por la ventana y bajando videos de recitales de los Rolling Stones en YouTube. Hay joyas increíbles; incluso algunas imágenes del trágico recital de Altamont en 1970, cuando el grupo toca una soberbia versión de “Sympathy for the devil” mientras los Hell´s Angels apuñalan a un espectador frente al escenario y a la vista de todos, incluso de la banda.
Miro algunas canciones de un recital realizado en Estocolmo hace varios años. Reconozco el decorado del Vodoo Lounge Tour, el primero que vi de los Stones, en 1995. Luego de esa primera vez, los vería cuatro veces más en vivo. En esa oportunidad había ido con M. a verlos a River. Hacía poco que habíamos empezado a salir: yo la había dejado a A. luego de varios meses de noviazgo y M. abandonó a su novio a la semana de conocernos.
Esa vez fuimos al estadio River al atardecer y entramos directamente al campo. En pleno recital, bailamos abrazados, tomamos cerveza, revoleamos las camperas y nos besamos interminablemente. Cuando Jagger cantó “Out of tears” la situación llegó al clímax. Ese tema significó un beso de tres minutos y medio, sus manos dentro de mi remera, su cuerpo sintiendo el ímpetu del mío, la semioscuridad, el calor, el perfume de dos cuerpos anhelantes, la piel encendida y las palabras dichas al oído, mezclándose con las estrofas de la canción.
Escucho ese tema once años después y reconozco en la pantalla el decorado del escenario, recuerdo la voz y el piano, el vestuario de Jagger, esa letra que habla de amores contrariados, de ausencias, del paso del tiempo. Desde ese instante, la canción se convirtió en uno de nuestros recuerdos fundacionales, casi una clave secreta que atesoramos a partir de ese día.
Me pregunto si M. sentirá lo mismo cada vez que la escucha. Sé de ella que está en pareja, que le va bien en su carrera (escucho su apellido con bastante frecuencia), que sigue siendo una chica simpática, inteligente y sensible, y que sigue tan linda como antes. La última vez que la vi (cuando nos cruzamos casualmente por la calle, cuando nos contamos qué era de nuestras vidas y luego acordamos no tratar de volver el tiempo atrás), me dijo que había algunos lugares a los que evitaba regresar porque le traían demasiados recuerdos, ciertos errores que se esforzaba por no repetir, algunas frases que todavía le resonaban. Me pregunto si además habrá una canción que prefiere no escuchar.
5 Comments:
Igualmente se me hace, Daniel, que usted es afortunado debido a que los Stones han sabido elucubrar una discografía bastante extensa.
Se le van a acabar las mujeres mucho antes que los temas disponibles. Y si no es así, entonces no tiene de que preocuparse.
Saludo.
PD. ¿No será magnífica ironía de Dios (otra) que haya tanta rollinga futbolera? ¿Cómo funciona el asunto? ¿Cómo lo lleva usted?
qué liiiindo…..
Lu: Ojalá sea así.
Mantis: Agradezco al cielo que la dupla Jagger-Richards haya tenido una inspiración casi infinita.
Y no me gustan las rollingas, las que toman cerveza en el cordón de la vereda y entonan cantitos de hinchada.
Angeles: Lindo recuerdo, sí. Beso.
ay ay ay, danielsan, me ocurre lo mismo con memory motel q la tocaron solamente en el tercer recital del 95, dios mío, q momento, mi ex de entonces suele decirme q se acuerda de mí al momento de: you re just a memory of a love that used to mean so much to me,
Yo lo entiendo, Daniel. No sabe cuánto lo entiendo. Los recuerdos alegran pero, a veces, también enferman. Yo, por ejemplo, siento que el mundo me da vueltas carnero cuando escucho al Carlitos "Pueblo" Rolan cantando:
"...suena la sirena / llegaron los bomberos / van a apagar el fuego / que hay en mi corazón..."
UAP, Compañero.
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