2.10.06

Lunch
Salimos del almuerzo de American Express con M. y D. Lugar muy cool de San Telmo, menú impecable, discurso plomizo del CEO. Ojalá algún día la oratoria de estas empresas esté a la altura de su catering, comentamos al salir. Como es temprano, decidimos irnos a tomar algo a Puerto Madero. Al llegar insisto en que nos sentemos en una mesita al sol. Nos ponemos al día en los chismes de la industria (los problemas financieros del diario Perfil, el próximo lanzamiento secreto de Clarín, la verdad sobre el gerente de Comunicaciones Corporativas que acaba de renunciar a su cargo en una multinacional), y pronto nos ponemos a hablar de minas. Las que circulan en el mercado paralelo, aquellas casadas o comprometidas que son conocidas por su afición a la trampa. Como me mantengo fuera de ese mercado, escucho en silencio y me asombro de los nombres que oigo. Con aprehensión, temo escuchar en ese circuito el nombre de A., una chica que trabaja en una agencia de publicidad y que me tiene fascinado desde la primera vez que la vi. Por suerte, no aparece en la lista, aunque me aclaran que ésta no es exhaustiva ni mucho menos. Esto es el mercado de carne de Liniers -dice M.- mirás la mercadería en oferta, elegís y te la llevás.
La charla me provoca cierta tristeza. Me quedo en silencio mirando los autos que pasan, el agua marrón del dique y los árboles a lo lejos. Cuando ya son las cuatro de la tarde nos despedimos y cada uno vuelve a su oficina. Yo tengo una reunión cerca de Corrientes, de modo que me voy caminando por Puerto Madero hacia el centro. Paso por el comedor de Castells. Están repartiendo algo, aunque hay poca gente. Al pasar junto a ellos los miro. Una chica de delantal blanco y guantes de nylon que me ve observarlos se me acerca con una canastita y me ofrece una torta frita. Sonríe.
Dudo un instante, pero agarro una y le doy las gracias. Me voy comiéndola mientras camino, y pienso que tiene un sabor muy parecido a las que preparaba años atrás mi abuela. También pienso, con algo de culpa, que cuando la chica se me acercó creí que iba a insultarme. Repentinamente decido que si otro día vuelvo a pasar y la veo, la saludo.

6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Almorzar con american express y tomar el té con castells...eso es ser cool.
salu2

12:08 p. m.  
Blogger Amperio said...

Tenga cuidado, compañero. Dicen que la Nina Pelosso está reflaca y que se tiñó de rubio. Además, tiene los glúteos y los muslos bien duritos de tanta marcha.

Lo dejo, compañero. Estoy empezando a excitarme...

1:01 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Paty: ¿De veras, che?. Me falta cenar en villa 31!!
Amper: No me joda, amigo, que Nina Peloso está convertida en un sex symbol. Hasta le estoy encontrando un aire a Paris Hilton.

2:00 p. m.  
Blogger Ruth said...

Me ENCANTA que el comedor de Castells esté ahí, cada vez que paso siento cómo se me hincha el pecho de emoción popular, y en lo mucho que les debe molestar su presencia a los habitantes de la zona. Y eso, por supuesto, no quita que me gusten los restaurantes de Puerto Madero y que pueda ir a ellos sin sentir culpa de clase. En fin, problemas de identificación...

9:29 a. m.  
Blogger Mantis said...

Mientras no le encuentre un aire a Pris, Francia, siempre podrá hacerse de un boleto de regreso, don Daniel.

Abrazo teletubbie y choripanero para usted.

11:41 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Minerva: Yo también soy un des-ubicado social. Qué le vamos a hacer.
Mantis: bien mirada, Nina Peloso podría tener un aire a París, Francia. A París en mayo del ´68, con las barricadas humeantes en la calle.

12:24 p. m.  

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