London bit
“Son los mismos pibes que les diseñan la parte visual de los shows a los Rolling Stones”, me dice el organizador mientras me agarra enfáticamente la solapa del saco. No conforme con eso, me dice que los descubrió Peter Gabriel y que los acaba de contratar U2. Yo pongo cara de estar impresionado mientras observo por encima de sus hombros las bandejas del buffet, eligiendo mentalmente qué servirme. Estamos en uno de los cócteles a los que mi director comercial me obliga a ir, un evento seudo cultural donde un par de londinenses muy ladris lograron armar un formato de videoarte que está dando vueltas al mundo. Incomprensible, absurdo, rozando lo peor de la chatura posmoderna y con una estética paupérrima, el formato, reconvertido en un fashion-event, está recorriendo el mundo gracias al auspicio de media docena de multinacionales que han invertido una fortuna para vincular su marca al arte (?).
Mi director comercial -que ya no sabe bajo qué amenazas obligarme a concurrir a estos engendros- me dio a elegir entre esto y un desfile de moda y joyas de diseño en el Teatro Colón. Averigüé qué servían de comer y elegí esto, también para evitarme la pena de ver los hermosos salones del Colón convertidos en una pasarela.
No hay ni una mina como la gente: mucha treintañera marchita y algunas cuarentonas famélicas para las que cualquier flaco de 30 es un sex symbol. Me reúno con S. y con J. en un extremo del salón y nos reímos a carcajadas comentando los videos que acabamos de ver. A lo lejos, los “artistas” reciben saludos y felicitaciones. Cuando nos acercamos a saludarlos, les advierto por lo bajo:
-No se empiecen a cagar de risa ahora.
Imperturbables, escuchamos una mini clase de estética. Pienso que una sola frase de Hegel bastaría para derrumbar el evento entero. Pero mientras escucho, pongo cara de estar muy preocupado pensando en una cuestión que me interesa profundamente. Hasta que finalmente lo decido: en vez de los bocados de queso voy a servirme arrolladitos de acelga.
“Son los mismos pibes que les diseñan la parte visual de los shows a los Rolling Stones”, me dice el organizador mientras me agarra enfáticamente la solapa del saco. No conforme con eso, me dice que los descubrió Peter Gabriel y que los acaba de contratar U2. Yo pongo cara de estar impresionado mientras observo por encima de sus hombros las bandejas del buffet, eligiendo mentalmente qué servirme. Estamos en uno de los cócteles a los que mi director comercial me obliga a ir, un evento seudo cultural donde un par de londinenses muy ladris lograron armar un formato de videoarte que está dando vueltas al mundo. Incomprensible, absurdo, rozando lo peor de la chatura posmoderna y con una estética paupérrima, el formato, reconvertido en un fashion-event, está recorriendo el mundo gracias al auspicio de media docena de multinacionales que han invertido una fortuna para vincular su marca al arte (?).
Mi director comercial -que ya no sabe bajo qué amenazas obligarme a concurrir a estos engendros- me dio a elegir entre esto y un desfile de moda y joyas de diseño en el Teatro Colón. Averigüé qué servían de comer y elegí esto, también para evitarme la pena de ver los hermosos salones del Colón convertidos en una pasarela.
No hay ni una mina como la gente: mucha treintañera marchita y algunas cuarentonas famélicas para las que cualquier flaco de 30 es un sex symbol. Me reúno con S. y con J. en un extremo del salón y nos reímos a carcajadas comentando los videos que acabamos de ver. A lo lejos, los “artistas” reciben saludos y felicitaciones. Cuando nos acercamos a saludarlos, les advierto por lo bajo:
-No se empiecen a cagar de risa ahora.
Imperturbables, escuchamos una mini clase de estética. Pienso que una sola frase de Hegel bastaría para derrumbar el evento entero. Pero mientras escucho, pongo cara de estar muy preocupado pensando en una cuestión que me interesa profundamente. Hasta que finalmente lo decido: en vez de los bocados de queso voy a servirme arrolladitos de acelga.
6 Comments:
Daniel San: lo mejor para este tipo de evnetos es llevar la CARA DE POKER.
Infalible.
Asi nadie se da cuenta q uno no pertence a ese zoo.
A mi me fuciono barbaro cuando en el MALBA me colé en un evento de Gaby Alvarez.
Sabía que iba a terminar el artículo así... pero imaginé que iba a volcarse por algún jamoncito serrano.
Cucu: lo intento, sólo que a veces me cuesta aguantar la risa.
Mantis: Lo hubiera hecho, pero no como carnes rojas. Igual, había algunas cositas de pollo muy interesantes que justificaron el suplicio de los videos.
por eso amo la cocina, salva, redime, protege...
besos y gracias por la data dispensada!
continuación del comment anterior.
Sepa que no iré a la iglesia en cuestión hastá que no esté embarazada (lo que puede ser nunca) dado que San Ramón, es el santo de los niños no nacidos... lo tomaré como cábala, cuando ésta sea necesaria!
En lugares así, elegir el sabor de los bocaditos es la duda existencial máxima que uno puede tener. Y está bien, no es menor la virtud de evitar los crepes de gustos feos!
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