Cómo ser un playboy por una noche (Crónica de glamour porteño)
La rubia que está a mi izquierda intentó convencerme miles de veces desde la tele de que compre Actimel. A la morocha que está a su lado la tengo vista de una publicidad de Pepsi. En la barra de enfrente, la negrita preciosa que hace un par de meses salía en el comercial de Isenbeck está aferrada con entusiasmo a una botellita de Quilmes. Así de irreal es esta noche en la fiesta de revista Playboy.
Puerto Madero, noche cálida, restaurant modernoso y caro, seudoestrellas del jet set local, gente que aspira a ser famosa, gente que aspira a llevarse un souvenir esta noche, gente que va al baño y simplemente aspira…todos estamos acá, juntos, revueltos y acalorados. Pero es la Playboy Party y esta mañana le confirmé a Valeria, la chica de prensa, que iba a venir. Dejé atrás mi bajón anímico y mis planteos existenciales para asomar la nariz en este mundo de brillantina, siliconas, colágeno y tinturas flúo.
Está Lito Vitale, porque su hija Emme es la chica de tapa en esta edición de Playboy. Lo vi parado a dos metros de mí, pero no me dio para preguntarle qué se siente con tener una hija con tan poco talento pero con tan buen culo. Hay pocos famosos grosos, pero mucho notero de TV, muchos fotógrafos, modelos, chicas fáciles, gatos con tarifario inaccesible, jovatas vestidas en Kenzo, y sobre todo mucho yuppie cool con la cabeza rapada, trajes de Armani y celulares que parecen naves espaciales en miniatura.
En el amontonamiento veo a una mina con la que hace tres años tuvimos un roce furtivo. La veo, me ve, y hacemos como si no nos conociéramos. Voy a la barra a pedir agua mineral: no hay Perrier ni Evian. Me ofrecen una simple Villavicencio con gas y la acepto. De la cocina surgen bandejas con saladitos fragantes y al rato aparecen unas pizzetas que despiertan fervor en la multitud. Pregunto si hay algo con harina de salvado y me dicen que no. Una moza simpática dice que va a buscarme algo con harina integral. Al rato vuelve diciendo que no hay nada de eso pero me deja una bandeja de mini-pizzas al lado. Mordisqueo un par y pido una Pepsi Light. Veo al notero de Duro de Domar. Nos ponemos a charlar: en persona tiene menos cara de loco que en la tele y es simpático. Le pregunto quién es Edgar, el personaje enmascarado de su programa. “Los primeros días lo hacía Gvirtz, ahora pusieron un extra”, dice. Nos quedamos un rato hablando: por el aliento, el pibe se bajó no menos de quince cervezas. Mientras habla está atento a ver si aparece alguna celebridad a la que entrevistar. Poco después pasa el notero de CQC, el pelado, agarrándose los pantalones y preguntando dónde hay un baño.
Hay un pequeño revuelo de cámaras y micrófonos cuando llega Emme, la chica de la noche, cuya tapa estará desde mañana en todos los kioscos. Menudita, inquieta, sonriente, mira para todos lados tratando de que las cámaras la tomen bien desde todos los ángulos. Es muy linda de cara.
A mi lado hay tres aspirantes a famosas que se han tirado el placard encima y buscan algún tipo famoso (o al menos con guita) que las saque de esa fiesta y, tal vez, del anonimato. La música me está matando: no sólo el menú es flojo, sino que además nos están agrediendo con toda la discografía de Jennifer lopez, J-Lo o como se llame ese subproducto del marketing latino. Salgo afuera, a tomar aire al río y encuentro un yuppie cuarentón que organiza una partuza a los gritos desde su celular. Pide para esa misma noche “el lugar de siempre y dos chicas”. Cinco años atrás, hubiera buscado la manera de sumarme a la fiesta. Hoy sólo busco la manera de volver a casa sin demasiados contratiempos.
Gaby Alvarez anda paseando su look por toda la fiesta. Me maravilla lo que logra hacer con su vestuario: combina ropa carísima para terminar vestido como un cartonero, con jeans deshilachados, remeras encimadas y puloveres que se dejaron de usar hace 30 años.
Encuentro un montón de caras que tengo vistas en algún lado, pero que no puedo identificar. Supongo que serán modelos de ropa, bebidas, golosinas, autos y electrodomésticos, y que habré visto sus caras en revistas, publicidades de TV y carteles de vía pública. Veo que muchas de esas diosas etéreas, vistas de cerca, cobran una humanidad menos glamorosa. La mayoría de esas chicas son casi lindas (tanto plástico encima les juega en contra), gran parte de ellas son casi famosas, y definitivamente son todas algo menos que humanas.
La noche no da para más. Valeria está de pie en la puerta, saludando a las seudo celebridades que van llegando. Mi touch (que sigue estando muy linda) ha desaparecido por ahí. Cuando me voy, en la puerta me dan ejemplares de la revista: es una oportunidad para llevarme la colección completa, ya que nunca la compré. Salgo a la noche con las revistas bajo el brazo, preguntándome si tirarlas en un cesto de basura. Decido llevármelas. Después de todo, algunos artículos parecen interesantes.
La rubia que está a mi izquierda intentó convencerme miles de veces desde la tele de que compre Actimel. A la morocha que está a su lado la tengo vista de una publicidad de Pepsi. En la barra de enfrente, la negrita preciosa que hace un par de meses salía en el comercial de Isenbeck está aferrada con entusiasmo a una botellita de Quilmes. Así de irreal es esta noche en la fiesta de revista Playboy.
Puerto Madero, noche cálida, restaurant modernoso y caro, seudoestrellas del jet set local, gente que aspira a ser famosa, gente que aspira a llevarse un souvenir esta noche, gente que va al baño y simplemente aspira…todos estamos acá, juntos, revueltos y acalorados. Pero es la Playboy Party y esta mañana le confirmé a Valeria, la chica de prensa, que iba a venir. Dejé atrás mi bajón anímico y mis planteos existenciales para asomar la nariz en este mundo de brillantina, siliconas, colágeno y tinturas flúo.
Está Lito Vitale, porque su hija Emme es la chica de tapa en esta edición de Playboy. Lo vi parado a dos metros de mí, pero no me dio para preguntarle qué se siente con tener una hija con tan poco talento pero con tan buen culo. Hay pocos famosos grosos, pero mucho notero de TV, muchos fotógrafos, modelos, chicas fáciles, gatos con tarifario inaccesible, jovatas vestidas en Kenzo, y sobre todo mucho yuppie cool con la cabeza rapada, trajes de Armani y celulares que parecen naves espaciales en miniatura.
En el amontonamiento veo a una mina con la que hace tres años tuvimos un roce furtivo. La veo, me ve, y hacemos como si no nos conociéramos. Voy a la barra a pedir agua mineral: no hay Perrier ni Evian. Me ofrecen una simple Villavicencio con gas y la acepto. De la cocina surgen bandejas con saladitos fragantes y al rato aparecen unas pizzetas que despiertan fervor en la multitud. Pregunto si hay algo con harina de salvado y me dicen que no. Una moza simpática dice que va a buscarme algo con harina integral. Al rato vuelve diciendo que no hay nada de eso pero me deja una bandeja de mini-pizzas al lado. Mordisqueo un par y pido una Pepsi Light. Veo al notero de Duro de Domar. Nos ponemos a charlar: en persona tiene menos cara de loco que en la tele y es simpático. Le pregunto quién es Edgar, el personaje enmascarado de su programa. “Los primeros días lo hacía Gvirtz, ahora pusieron un extra”, dice. Nos quedamos un rato hablando: por el aliento, el pibe se bajó no menos de quince cervezas. Mientras habla está atento a ver si aparece alguna celebridad a la que entrevistar. Poco después pasa el notero de CQC, el pelado, agarrándose los pantalones y preguntando dónde hay un baño.
Hay un pequeño revuelo de cámaras y micrófonos cuando llega Emme, la chica de la noche, cuya tapa estará desde mañana en todos los kioscos. Menudita, inquieta, sonriente, mira para todos lados tratando de que las cámaras la tomen bien desde todos los ángulos. Es muy linda de cara.
A mi lado hay tres aspirantes a famosas que se han tirado el placard encima y buscan algún tipo famoso (o al menos con guita) que las saque de esa fiesta y, tal vez, del anonimato. La música me está matando: no sólo el menú es flojo, sino que además nos están agrediendo con toda la discografía de Jennifer lopez, J-Lo o como se llame ese subproducto del marketing latino. Salgo afuera, a tomar aire al río y encuentro un yuppie cuarentón que organiza una partuza a los gritos desde su celular. Pide para esa misma noche “el lugar de siempre y dos chicas”. Cinco años atrás, hubiera buscado la manera de sumarme a la fiesta. Hoy sólo busco la manera de volver a casa sin demasiados contratiempos.
Gaby Alvarez anda paseando su look por toda la fiesta. Me maravilla lo que logra hacer con su vestuario: combina ropa carísima para terminar vestido como un cartonero, con jeans deshilachados, remeras encimadas y puloveres que se dejaron de usar hace 30 años.
Encuentro un montón de caras que tengo vistas en algún lado, pero que no puedo identificar. Supongo que serán modelos de ropa, bebidas, golosinas, autos y electrodomésticos, y que habré visto sus caras en revistas, publicidades de TV y carteles de vía pública. Veo que muchas de esas diosas etéreas, vistas de cerca, cobran una humanidad menos glamorosa. La mayoría de esas chicas son casi lindas (tanto plástico encima les juega en contra), gran parte de ellas son casi famosas, y definitivamente son todas algo menos que humanas.
La noche no da para más. Valeria está de pie en la puerta, saludando a las seudo celebridades que van llegando. Mi touch (que sigue estando muy linda) ha desaparecido por ahí. Cuando me voy, en la puerta me dan ejemplares de la revista: es una oportunidad para llevarme la colección completa, ya que nunca la compré. Salgo a la noche con las revistas bajo el brazo, preguntándome si tirarlas en un cesto de basura. Decido llevármelas. Después de todo, algunos artículos parecen interesantes.
Lindo texto. ¿Te lebantaste algo de la fiesta,al menos?
ResponderBorrarGus
Daniel: pinta bueno el blog.
ResponderBorrarAhora tengo el desafío de encontrar en cuáles seis post de mi blog dejaste comentarios.
Saludos.
Esto es mucho mejor que el PJ(Budense) [Palermojolibudense]
ResponderBorraresto esmuy bueno.
ResponderBorrarsoy bien cínico.
me gustas
Pulpita, gustarte sería una de las mejores cosas que podría pasarme en este año deplorable.
ResponderBorrarmuy buenas las fotos de emme mejorada (en persona no vale demasiado), es la primera que se abrió de gambas
ResponderBorrarsalute y buena leche
me encantaron tus percepciones del mundillo cholulo. no necesitás dar demasiados nombres ni coordenadas concretas, pero lo dibujás perfecto.
ResponderBorrarperdón, quisiera saber qué pasó con P.
me mató ese texto.
saludos
lm
P. sigue preparando las valijas. Yo sigo contando los días hacia atrás y tratando de acostumbrarme a no verla.
ResponderBorrarGracias por preguntar. Saludos.
increíblemente (digo, porque en general no me detengo ante muchas fotos de las revistas) miro la playboy y los conejitos en el cuerpo de emme y el conejito de abajo, ¿era depilación, no???
ResponderBorrarParecía un gran detalle, medio grasa, pero divertido.
Como así también lo es tu blog (y no es algo malo, a veces la diversión la usan como sinónimo de frivolidad).
Saludos.
El conejito de abajo (al igual que todos los que tiene en el cuerpo) está pintado con una plantilla similar al stencil. En realidad está hecho con pintura negra, aunque parece otra cosa.
ResponderBorrarSaludos.